En el año 2002 la empresa donde trabaja mi papa organizo un viaje para empleados y su grupo familiar, esta aventura como lo llamaban algunos consistía en unir a las familias porque en esa tiempo pasaban por momentos difíciles.
Llego el gran día que todos esperábamos, y todas las familias nos encontramos en la empresa a las cuatro de la mañana, hubo una pequeña reunión y luego nos desplazamos en bus al aeropuerto, allí abordamos el avión con destino a la isla de San Andrés y providencia. Pasada media hora de vuelo el copiloto llamo por radio nos invito a pasar a la cabina en grupos de tres personas, llego mi turno, con tanta alegría nos enseño los equipos de la cabina y los tres que estábamos allí nos sorprendimos al ver el color del mar que no tiene descripción alguna.
Íbamos llegando a San Andrés y se sentía el ambiente caribeño, llegamos al aeropuerto y esperamos que nos dieran nuestras maletas, luego nos llevaron al hotel en una chiva y en el hotel almorzamos pescado frito, arroz con coco, patacones y limonada.
Fueron cinco hermosos días que compartí con mi familia, pues nadamos en el mar, Al oeste de la isla visitamos la cueva de Morgan, es un sitio de leyenda, donde (según dicen) que aun reposan los tesoros del pirata. También visitamos en la punta sur de la isla se encuentra el Hoyo Soplador, un túnel abierto por la lengua de las olas que despide chorros de agua que llegan a gran altura.
Un día antes de regresar a Valledupar compramos muchos perfumes, chocolates, cajas de chicles, manillas, sandalias y ropa. Fue divertido hablar con los sanandresanos, de su cultura, de su música y lo extraordinario es visitar los barrios con bajos recursos económicos, que cuenta su historia solo con mirarlos.
Al siguiente día llagamos al aeropuerto, abordamos el avión pero esta vez con destino a Valledupar, íbamos en el avión y todos estábamos cansados, pues fueron días agitados pero divertidos que nunca se borraran de mi mente y de mi corazón.
Llego el gran día que todos esperábamos, y todas las familias nos encontramos en la empresa a las cuatro de la mañana, hubo una pequeña reunión y luego nos desplazamos en bus al aeropuerto, allí abordamos el avión con destino a la isla de San Andrés y providencia. Pasada media hora de vuelo el copiloto llamo por radio nos invito a pasar a la cabina en grupos de tres personas, llego mi turno, con tanta alegría nos enseño los equipos de la cabina y los tres que estábamos allí nos sorprendimos al ver el color del mar que no tiene descripción alguna.
Íbamos llegando a San Andrés y se sentía el ambiente caribeño, llegamos al aeropuerto y esperamos que nos dieran nuestras maletas, luego nos llevaron al hotel en una chiva y en el hotel almorzamos pescado frito, arroz con coco, patacones y limonada.
Fueron cinco hermosos días que compartí con mi familia, pues nadamos en el mar, Al oeste de la isla visitamos la cueva de Morgan, es un sitio de leyenda, donde (según dicen) que aun reposan los tesoros del pirata. También visitamos en la punta sur de la isla se encuentra el Hoyo Soplador, un túnel abierto por la lengua de las olas que despide chorros de agua que llegan a gran altura.
Un día antes de regresar a Valledupar compramos muchos perfumes, chocolates, cajas de chicles, manillas, sandalias y ropa. Fue divertido hablar con los sanandresanos, de su cultura, de su música y lo extraordinario es visitar los barrios con bajos recursos económicos, que cuenta su historia solo con mirarlos.
Al siguiente día llagamos al aeropuerto, abordamos el avión pero esta vez con destino a Valledupar, íbamos en el avión y todos estábamos cansados, pues fueron días agitados pero divertidos que nunca se borraran de mi mente y de mi corazón.
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